Por: Luis Miguel Saravia
1. A propósito de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos. Bueno es recordar la educación que recibimos y compararla con la que hoy se “oferta”. Se habla mucho de educación integral, pero sólo se tiene acceso a ella si se cuenta con los recursos económicos. También se habla de educación inclusiva, pero poco se invierte para que vaya más allá de la matrícula. Un ministro de educación, más por amistad y relaciones que por ciencia y experiencia, decretó que “el Estado no canta, no toca instrumentos, no actúa” y por lo tanto no es posible financiar el desarrollo de las capacidades musicales y canoras, de declamación y menos desarrollar capacidades teatrales de los niños y jóvenes. Tampoco el desarrollo del dibujo y la pintura. Desde entonces los maestros de educación artística, dejaron la escuela pública. Todo se redujo a lo que el buen docente podía enseñar.
El mercado le ha puesto precio a la educación para complementar el desarrollo de las competencias artísticas de los niños y jóvenes en edad escolar. Hoy se “ofertan». Quienes la “consumen” deben pagar. Toda la oferta está sujeta a lo que el comercio internacional pone en las marquesinas. Como una excepción se desarrolla Orquestando “una comunidad de estudiantes, padres y maestros unidos por el poder de la música”. Una iniciativa ciudadana asumida como política educativa. Es promovida por el Ministerio de Educación, pero poco conocida.
El desarrollo de las capacidades artísticas de niños y jóvenes es atendido por contadas academias, que enseñan a tocar instrumentos musicales, a desarrollar canto, a la práctica del teatro, al disfrute de conciertos, de festivales, a convocatorias masivas como ferias de libros, de teatro, pero todo tiene un costo que el niño o niña de la escuela pública no puede solventar. Lo que se ofrece hoy es muy reducido, funciones para menores de manera gratuita, auspiciadas por instituciones privadas, pero solo en algunas zonas urbanas, en contados distritos. La poca difusión de estos eventos, hace que muy limitado público se entere.

Una leve brisa nos llega por temporadas cuando se activan algunos programas gratuitos de canto infantil, de coros, de aprendizaje de instrumentos, de programas formales promovidos por una figura del canto como el tenor Juan Diego Flores. Su proyecto -casi una realidad- de una orquesta sinfónica infantojuvenil. Por ahí una academia gratuita de ballet en un distrito emergente de Lima, una que otra ONG o Asociación de los distritos periféricos. Comas, con su propio esfuerzo organiza el FITECA (Festival Internacional de Teatro en Calles Abiertas). Orquestando y Fiteca así como otras experiencias del Estado y populares merecerían ser más conocidas y replicadas.
2. ¿Por qué no cantan los niños, las niñas y los jóvenes? Quienes han estudiado en la escuela pública del siglo pasado rememoran cómo en la escuela, en las aulas, se aprendía y cantaba canciones relacionadas con temas escolares, con valores y fundamentos de identidad. Los docentes en primaria se esmeraban cada semana en enseñar una nueva canción que formaba parte del contenido de algún curso. La canción servía para hacer lectura, primero silenciosa, luego en voz alta, también para aprender nuevas palabras y enriquecer el vocabulario. Siempre los docentes tenían una historia y una experiencia que contar, relacionada con la canción. Se aprendía el uso del diccionario y otras actividades que guardaban relación con el aprendizaje. Luego íbamos aprendiendo la melodía y a entonar la canción. La canción siempre fue una motivación en educación primaria antes de emprender las tareas diarias. ¿Y en secundaria? Se recurría a otra actividad: el coro de la escuela y los talleres para tocar instrumentos, de declamación, de teatro Allí participaban aquellos que deseaban y que “tenían” buena voz, buena dicción, expresión. Se cuidaba mucho del contenido de la letra que necesariamente tenía que guardar relación con la formación cívica, incentivar las buenas costumbres y el respeto a los demás, la solidaridad, el compañerismo.
Hoy constatamos que los niños/as y jóvenes poco cantan. Paso por jardines, por centros educativos de primaria y la bulla infantil es la característica. En la ceremonia semanal, en dichas instituciones muchas veces se obvia una canción o se la reemplaza por aquella que está de moda en los medios, y con un baile de temporada, sin tener en cuenta su contenido.
Hemos sido espectadores de la pobreza canora de nuestro pueblo en las festividades futbolísticas donde el equipo peruano era protagonista. ¿Qué sucedió? ¿Desde los años 70 del siglo pasado se acabó la inspiración, se acabó la creatividad musical? La música y letra posteriores al célebre Perú Campeón no ha podido ser superada. La pobreza de las composiciones tanto en ritmo como en letra la podemos constatar. La gente dice “no pega”.
A días de iniciarse ¿alguien recordó acaso que existía un Himno de las Américas? De los Juegos Panamericanos Lima 2019 no se conoce el himno o la canción representativa de este evento. ¿Es que no existe creatividad musical? Pareciera que con Augusto Polo Campos se cerró el ciclo de la creatividad musical de contenido y nivel. Parece que el mercado nuevamente impone sus preferencias.

3. ¿Por qué la escuela no canta? Una pregunta desfasada para unos, para otros simplemente porque se pierde tiempo y no aporta. Olvidan de su formación docente quienes responden y opinan así. También quienes creen que es una actividad para un nivel de 5 a 8 años.
Manchado, M. (1991). Música de/para niños. Infancia y Sociedad, 8 Edades de la Vida Cap.7, 74-81 (Ediciones Paidós Ibérica) nos dice “Hoy en día es cada vez más patente el hecho de que en nuestra sociedad se canta menos. También en la escuela las actividades de canto van disminuyendo su presencia a medida que la edad del niño es mayor. A pesar del enorme valor educativo que conllevan las actividades de canto, cantar pasa de ser una actividad lúdica y atrayente en los niveles inferiores de la enseñanza, a ser considerada como una práctica poco divertida en los últimos cursos de educación primaria.” Constatamos que existe un incremento en el consumo de música y comprobamos que hoy se canta menos. (SIEBENALER, D. J. (1999). (“Student song Preference in the Elementary Music Class”. Journal of Research in Music Education, 47, 213-223), citado por Cámara Izaguirre, Aintzane, en Actitudes de los niños hacia el canto. Así las cosas no nos sorprende el “silencio” de la escuela quebrado sólo cuando se entona el Himno Nacional. ¿Y las canciones para practicar deporte, para el paseo, para los ejercicios? Casi no existen. O es un privilegio para algunos colegios públicos y privados. ¿Existen algunas investigaciones locales, regionales, nacionales sobre ello? Solo constatamos que a partir del quinto/sexto año de primaria se empieza a producir cierto rechazo por el canto en la escuela que tienen que ver con el grado de aceptación de la práctica de cantar. Sin duda un tema para investigar.
Vivimos en nuestro país los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos y como siempre el mercado los quiere centrar sólo en competencia ganadora, por eso como si fuera consigna suena monocorde y fuera del lugar el ¡Vamos Perú! O el sesentero ¡Arriba Perú! ¿No han entendido que estos Juegos Panamericanos y Parapanamericanos son de confraternidad y no sólo de competencia? ¿Cómo hablar de enriquecer la hermandad de los pueblos, la solidaridad si en cada momento los narradores incitan a la confrontación?
Cuando éramos niños nos enseñaron entre otros cantos el Himno de las Américas (Compuesto por el profesor argentino Rodolfo Aníbal Sciammarella) En la escuela pública lo entonábamos. En la clase el profesor /a utilizaba la canción para desarrollar el conocimiento de los países que conformamos América: su ubicación en el globo terráqueo, en el mapa dibujado la silueta de cada país y desarrollado en un lugar del piso del aula supimos de sus límites, de geografía física y de las riquezas naturales, de su cultura, de su población. Cómo esa clase no “enseñaba” valores sino dejaba que cada palabra del himno nos diese su mensaje:
“Un canto de amistad, de buena vecindad, unidos nos tendrá eternamente; por nuestra libertad, por nuestra lealtad debemos de vivir gloriosamente. Un símbolo de paz alumbrará el vivir de todo el continente americano. Fuerza de optimismo, fuerza de hermandad, será este canto de buena vecindad.”.
Sin duda existen otros protocolos, pero queda en el recuerdo y memoria aquella melodía y música que hizo que palabras señeras permanezcan en nuestro ser docente. Y vaya que sirvieron mucho para nuestra formación. Tal vez para algunos es intrascendente tratar este tema entre profesionales. Sin embargo en estos temas sencillos, cotidianos se incuba la buena educación, aquella que hoy llaman de calidad, pero porque responde a un marketing y no al querer y sentir de una identidad, una historia y a deberes y derechos de la persona. Así como “Canción con todos” (letra de Armando Tejada Gómez, y música de César Isella) interpretada por Eva Ayllón y coreada más por extranjeros que por nacionales.
Deberíamos recuperar estos pequeños gestos de lo que significa ser educado en el Perú y en Latinoamérica. Cantar es parte también del desarrollo emocional, y de la educación integral, tan nombrada y tan vapuleada.
Al final. La movilización ¡Que se vayan TODOS! ha significado una demanda nacional para que se cierre el congreso y se adelanten elecciones. La provocación de congresistas en especial de Fuerza Popular y sus aliados de ocasión, por interés, es una afrenta y burla diaria a lo que la ciudadanía demanda. La democracia no puede ser boba ni consentir que se burlen de ella” « A veces uno quisiera ser caníbal, no tanto por el placer de devorar a fulano o mengano como por el de vomitarlo » (Emil Ciorán – Frases)
2 Comentarios
yuya · 01/10/2019 en 11:34 AM
me parece una buena iniciativa ya que motiva a los niños a desarrollar sus capacidades y a tener mas participación en este tipo de eventos apartándolos de las calles y de todo lo que hay en ella dándoles una buena oportunidad
Camilauwu · 15/04/2021 en 9:49 AM
uwu me ayudo en la clase
xd