Por: Luis Miguel Saravia
1. Hostilidad. La Comisión de Educación del Congreso debería comprender que la fiscalización no implica “salvar” a unos y”condenar” a otros. Anatematizar a quienes no piensan como la mayoría y criticar y censurar a quienes piensen diferente. Debería ocuparse de analizar la política educativa, de la infraestructura, del sistema de formación e ingreso a la carrera docente y otros temas referentes a fortalecer el desempeño profesional. La fiscalización no debería centrarse en preocupaciones, unas confesionales y otras de política partidaria. El Perú cuenta con políticas educativas democráticas, emanadas de una Constitución y de una Ley General de Educación y no de “interpretaciones auténticas” de quienes se dicen protectores de valores.
Está fresco en el recuerdo la manera descortés -por ser benignos en el término- como fueron tratados ministra y funcionarias del Ministerio de Educación en referencia a los contenidos de los textos escolares, de manera específica relacionados a temas de educación sexual y a la forma como se aborda la época de la lucha interna. Se hizo gala de poder, ignorancia y petulancia que está reñida con el concepto de fiscalización. Todo indica que en el año que viene nada va a cambiar.
En estos días hubo “parto de los montes” en el Congreso de la República. Se trataba de conformar las comisiones para el nuevo período legislativo. En nombre de todas las razones y sinrazones esgrimidas se pensaba que los partidos, en las comisiones que les correspondían, designasen a sus mejores representantes. Tanto se ha bregado en medio de tensiones y desilusiones en tres años. Esperábamos que en la Comisión de Educación fuese designada una persona sensata, ponderada, con amplia visión de la educación nacional, regional, mundial. Pero no ha sido así. Todo lo contrario. El Partido Fuerza Popular, una vez más, dando muestras que hace lo contrario de lo que predica, decidió designar para la presidencia a una congresista que no ha dado muestras de ponderación, conocimiento ni altura profesional para abordar temas y asuntos relacionados con la política educativa nacional, y menos con el concierto internacional. Los medios de comunicación han dado cuenta de referencias y antecedentes que no es el caso repetir, pues son una agresión a los ciudadanos peruanos. Quien desee contar con más información ver el siguiente informe publicado en Ojo-Público: https://ojo-publico.com/730/religion-o-estado-los-congresistas-del-evangelio-y-su-alianza-catolica-en-peru. Sin duda encontrarán personajes de nuestra política, que responden a intereses confesionales y tratan de obtener privilegios que por ley y en respeto a la población peruana no deberían. Ahí sus lobbies, sus acercamientos bajo la cobertura de su opción confesional manipulan y presionan decisiones que favorecen a una cúpula religiosa, que es la suma de diversas iglesias y que como dice el informe en referencia “La agenda de este grupo conservador está centrada en el rechazo a algunas políticas impulsadas por diversos agentes del Estado Peruano: Desconocer como matrimonio cualquier tipo de unión entre personas del mismo sexo, promover el castigo en la vía penal de cualquier supuesto de aborto y rechazar cualquier norma que sancione actos de discriminación o intolerancia por motivos de orientación sexual. El documento en donde plasmaron estos principios fue bautizado como Declaración de México, en un evento realizado en dicho país el 2017, y fue firmado por más de 600 parlamentarios de la región, entre ellos 13 peruanos.” La dignidad de toda persona y se manifiesta en su comportamiento, su responsabilidad, el respeto a sí misma y a los demás. ¿Todo ello ha sido evaluado en el grupo político para elegir a la congresista designada para presidir la comisión de educación?
2. Indignarnos, Reeducarnos. Lo sucedido estos días en el Congreso con esta designación, debería, además de todo lo ya expresado en los medios, tener la fuerza necesaria para saber indignarnos y tener la capacidad de reeducarnos políticamente, porque la educación es la mejor » herramienta» para cambiar este mundo y con ello la forma trasnochada de querer hacer política en nuestro país. Dejar que pase el cortejo de personas investidas ofreciendo -ahora sí- participación democrática para dotar a la comisión de una agenda. ¿Qué tipo de participación se postula? ¿De qué democracia se nos habla? ¿Cómo participar si por antecedentes siempre han actuado por y niegan la participación de quienes tienen un pensamiento y perspectiva diferente sobre el concepto de política educativa y contenidos de la educación? Nadie ha sido nombrado como “guardián de la educación nacional” para tornarse en vigilante de los contenidos que se vienen desarrollando por recomendación de instituciones como UNESCO. Menos democrático es imponer un modo particular de aplicar, por la fuerza de los votos, aquello que algunos iluminados desde su perspectiva confesional, creen que es importante y beneficioso para la formación ciudadana. El no saber y menos conocer que los principios, normas y orientaciones de las Naciones Unidas y de manera especial de la UNESCO sobre educación ha sido y es un desafío constante aplicarlas en nuestro país diverso, para el Ministerio de Educación.
3. Democracia. La provocación descrita anteriormente, rayana en burla a los electores, por cierto complejo adánico adoptado por quienes han salido a expresar cómo democráticamente y en libertad han sido elegidos los candidatos a la presidencia, lleva a pensar en lo que Alain Tourain dice en Crítica a la modernidad: «¿Cómo reinventar la vida social y en particular la vida política, cuya descomposición actual,…, es el producto de esa disociación de los instrumentos y del sentido, de los medios y de los fines? ¿Cómo superar el vacío creciente entre vida pública y vida privada, evitando que se produzca un definitivo repliegue de la mayoría al espacio privado, lo que dejaría un hueco donde se encontraba el espacio público, social y político en el que nacieron las democracias modernas?». Quienes han actuado así y orondos salen a explicar lo inexplicable se burlan o ignoran la importancia de la defensa de cierta concepción de la libertad de cada ciudadano, que observa, piensa, y evalúa declaraciones y comportamientos que colisionan con el ser ciudadano y el ejercicio de una democracia que exige ser respetado, valorado y por lo tanto sea tenida en cuenta. Pero no. Se prefiere el cubileteo en declaraciones y en la rocambolesca forma de ejecutar consignas que lejos de fortalecer la gobernabilidad y la democracia la devalúa una vez y otra. ¿Qué significa para este grupo político el Estado, el sistema político y la sociedad civil más allá de las opciones religiosas fundamentalistas que instrumentalizan a los ciudadanos?
Nuestro país merece respeto. Nuestro país no resiste pretextos para reacomodos políticos. Nuestro país es democrático. Nuestro país tiene una historia. Por ello no es posible que luego de tanta tensión y enfrentamiento, referencias a la gobernabilidad y palabras de ocasión y compromiso, se decida burlarse de todo el pueblo con provocaciones que hacen recordar la época de horca y cuchillo
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