
Manuel Valdivia Rodríguez
Asociado de Foro Educativo
En una nota anterior cité un texto del neurocientífico francés Stanislas Dehaene, que se preguntaba si había en el mundo un lugar donde la escritura fuera tan transparente que las y los niños podrían comenzar su aprendizaje de la lectura ejecutando con éxito operaciones se decodificación gracias a que las letras reproducen los sonidos del habla con gran transparencia. Y sostuve que ese lugar (o uno de esos lugares) está en nuestro país (aunque debí decir que se halla también en otros países latinoamericanos donde la mayoría de la población habla en castellano, lengua cuya escritura es bastante transparente).
Ahora quiero decir algo más: En nuestro país, el Perú, hay lugares en las alturas de nuestros andes donde mucha gente habla en quechua desde la cuna. En esos lugares es posible que las y los niños comiencen a leer en su lengua, que hoy tiene un alfabeto oficial. Este alfabeto no tiene ni quiere ni puede tener la precisión del Alfabeto Fonético Internacional que emplean los lingüistas, pero es suficiente para asegurar la transparencia en la escritura.
DOS EXPERIENCIAS QUE DAN PRUEBA TANGIBLE
Estoy absolutamente convencido de que las y los niños hablantes de quechua pueden aprender Lo esencial de la lectura en menos de un año. Lo digo porque fui testigo y autor de dos experiencias que aportan prueba segura para esta afirmación.
En los 80’ los niños de las escuelitas rurales de Puno, desperdigadas en las extensas planicies de esa región aprendían a leer en el primer grado. Unos aprendieron con el libro “Kusi”, escrito en quechua; otros lo hicieron en aimara, con el libro “Katita”. La investigadora norteamericana Nancy Hornberger realizó una evaluación del proyecto y comprobó lo que afirmó. Nuestro compatriota Luis Enrique López, que trabajó en el Proyecto Experimental de Educación Bilingüe-Puno desde sus inicios, ha dado cuenta en varios libros de esa experiencia. No tengo que abundaren ello.
Años después, entre el 2004 y el 2008, las y los niños de 18 escuelas rurales en Anchonga, un distrito de Huancavelica, también lograban en cada primer grado, el aprendizaje de la lectura en quechua en menos de ocho meses con el libro “Kusiwan Mayta”. Igual, pasaba con las señoras campesinas de varios distritos de Angaráes, también en Huancavelica, se adueñaron de la lectura inicial en quechua asistiendo regularmente a dos etapas de 32 sesiones cada una. Y después, transfiriendo las capacidades adquiridas, lograron la lectura en castellano, en una tercera etapa de otra etapa de 32 sesiones. Ambas experiencias (la de las y los niños y la de las señoras) fueron posibles, no obstante la pobreza de medios, gracias a que las dos lenguas concernidas tienen escritura transparente.

PERO TAMBIEN SE PRECISA UN MÉTODO ADECUADO A LAS LENGUAS
La transparencia de la escritura en quechua favoreció el empleo de una metodología adecuada a esa lengua, algo más compleja que la empleada en castellano porque el quechua es una lengua aglutinante (y no aislante como el castellano) y obliga a trabajar desde el comienzo con una metodología de base oracional, que fue introducida en el Perú durante la Reforma Educativa de los 70’ (Me tomo el permiso de citarla con mayúsculas. Las y los lectores de esta nota entenderán por qué lo hago y me disculparán).
FINAL
Reitero lo que dije en mi nota anterior. En nuestro país el camino hacia la lectura en castellano y en quechua es más llano, más libre de escollos y con menos puentes que cruzar. Solo nos resta caminar por él, trabajando sin descuidar lo que conviene hace tomando en cuenta las otras lenguas habladas en nuestro país, que también ya tienen sus respectivos alfabetos oficiales.
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