Sostiene Santiago Cueto que “el derecho a la educación de todas las personas, a lo largo de sus vidas, debería ser el eje que guíe la política educativa del país[1]A dos décadas del tercer milenio, una pandemia nos confrontó a una clara verdad: la precariedad y la desigualdad en la economía, la sociedad y el sistema educativo, caracterizan nuestra realidad y son el resultado de una política sistemática de desconocimiento y atropello de los derechos de las personas en el Perú. El sentido del derecho no ha guiado la praxis de la política pública en educación. ¿Cómo no compartir la indignación entonces?

Estamos a cincuenta años de, tal vez, el único intento de hacer una reforma educativa en la vida republicana del país y que fue desactivada a tres años de sus primeros pasos, para desaparecer tras la constituyente del 79 y el retorno a la democracia. También paradójico es que, con la democracia, se inició en el país el conflicto armado interno, que trajo dolor y muerte a nuestra patria, dónde, como señala el Hatun Willakuy de la CVR, la mayoría de las víctimas fueron las poblaciones andinas, hablantes de lenguas originarias y las mujeres. Aún la muerte evidencia la desigualdad.

[1] CUETO, Santiago, “Anotaciones sobre el derecho a la educación en el Perú de hoy: urgencia por la indignación”, en “EL PERÚ PENDIENTE. Ensayos para un desarrollo con bienestar”, Balarín, Cueto, Fort. GRADE.2022. Lima, Perú. También puede encontrarse en: http://www.grade.org.pe/publicaciones/el-peru-pendiente-ensayos-para-un-desarrollo-con-bienestar/

¿Qué lugar ocupó la escuela en esto? Recuerdo claramente una intervención de León Trathemberg señalando que tras el atentado de Tarata indagó qué tratamiento le dieron a este hecho en las escuelas de Lima y salvo una oración en un número estadísticamente insignificante de escuelas, no se hizo nada. Ahora pienso en este pavoroso silencio de la pedagogía escolar frente al mundo de la vida. Y es que «La escuela en tiempos de guerra» -así se llama el libro de Ansión, Zegarra y otros- era una escuela donde predominaba el sentido de autoridad y obediencia sobre el pensamiento crítico, la creencia en una verdad “escolarizada” del Perú oficial, y la ausencia del mundo cultural y lingüístico de los y las estudiantes en los contenidos educativos. Una escuela heredera de hábitos de cuartel y de convento que no podía convertir relevante en la vida escolar la declaración universal de los derechos humanos. 

¿Cuánto ha cambiado hoy esta escuela? Hoy, digo, que hemos avanzado en reconocer los derechos de la infancia y la adolescencia, de las mujeres y de los pueblos indígenas u originarios. A la luz de las evidencias, muy poco. Por eso entendemos y compartimos la preocupación de Cueto.  Y por eso es necesario reflexionar y deliberar en el país sobre los cambios profundos que la educación peruana necesita. No se trata de insistir en un camino – que sería “el correcto” según cierto exministro- de optimización del control estandarizado sobre lo que pasa en las escuelas, con medidas que amplían las brechas y la segregación educativa. 

¿Qué nuevos caminos y qué medidas de política implica transformar la educación? Reconocido el derecho a la educación, no en la actual constitución, pero sí en ley general de educación vigente, tenemos que abrir una ruta hacia la justicia educativa, que no es solo acceso, permanencia y culminación, si no que implica replantear el tipo de experiencia educativa y pedagógica que tenemos que construir en las instituciones del país, en todos los niveles, superando la tentación autoritaria de la estandarización.

Darle contenidos específicos al sentido de la justicia educativa es una tarea colectiva, no una directiva del sector. En Foro Educativo se ha avanzado en esta forma de trabajo. Nuestro anterior seminario discutió los sentidos de la educación, porque vivimos una crisis de sentido, los viejos “para qué” de la escuela no responden a la necesidad de orientar la política educativa y la pedagogía con base en el principio del derecho. El seminario del 18 y 19 de noviembre continuará con el diálogo abierto, como es tradición en FE, avanzaremos con la idea de abrir la disposición, el atrevimiento de pensar rompiendo la caja tecnocrática, autoritaria y excluyente que aún aprisiona la educación peruana.

Por supuesto que estamos indignados. Las mujeres, los y las adolescentes, los pueblos originarios y afrodescendientes, contingentes importantes del magisterio y de la academia comparten esta indignación. Este tumultuoso río -es nuestra tarea- ha de ser encausado por la esperanza y por la sabiduría histórica y milenaria de la que venimos, del buen vivir de la gente. Para concretar el derecho a la educación y construir justicia educativa, tenemos que provocar -en multitudinario acto- la recreación de la educación nacional.

Categorías: Seminario

3 Comentarios

CArmen Germán-Palacios S · 17/11/2022 en 11:15 PM

Desde una claridad diagnóstica capaz de atravesar los últimos 50 años de historia republicana al trasluz del acaecer educativo peruano, esta convocatoria nos sitúa ante una realidad descarnada de muy difícil aunque de no imposible abordaje. Y entre los precipicios y escarpados picos, desiertos y piélagos de crisis y aún de ausencia de sentido que nos señala, encuentro como mensaje certero la exigencia de «Justicia educativa» que nos exige salir de una vez por todas del corsé tecnocrático que nos impide sentirnos y ser, el que en su imposición de gabinete distorsiona, deforma y subvierte y anquilosa el potencial de niños, jóvenes y maestros de todo plano y nivel, invisibilizando el bello mosaico de nuestra variadísima comunidad educativa. Lograr tal liberación es efectivamente «tarea colectiva» como lo plantea también la convocatoria, y en tal dirección necesitamos urgente, enérgica, vitalmente trabajar lo transversal, en los invisibilizados ámbitos de acción que vertebran territorios, etnias y culturas con la posibilidad siempre abierta de revitalizar economías diversas ( circulares, comunitarias, del cuidado y tradicionales) – cuyas sabias formas de organización en producción y productividad, sabrán orientar y devolver sentido a la organización social de tiempos espacios, roles, ritmos y contenidos en aprendizajes flexibles significativamente vinculados a nuestro estructural multilinguismo y pluriculturalidad. No sean las formales fronteras político- regionales ni la estructura pragmática del sector donde se inserten las dinámicas educativas que brinden marco a la imaginación de lo posible en un cambio que nos devuelva Justicia y libere de seculares violencias culturales. Sean alternativa y creativamente, la transversalidad, pluralidad y comprensión honda y continuamente revisadas del diálogo con la nación de naciones que somos, el legítimo dinamo de transformación que nos conduzca a alcanzar esa Justicia responsable que tanto necesitamos para que nadie, ninguno de los nacidos en la patria quede ya fuera o sea menos que algún otro en oportunidades y derechos a ser como se sienta llamado desde su propia cultura viva.

Territorio e Interculturalidad económica

Asael · 05/03/2024 en 11:15 PM

Es necesaria la obligación hasta la mayoría de edad

Asael · 05/03/2024 en 11:16 PM

Es necesaria la educación en Mexico

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