Por: Arturo Portilla Valdivia

No tiene nada de ético ni menos democrático que  se mantengan las insultantes desigualdades y carencias  que el coronavirus evidenció cruelmente, especialmente  en los sectores de salud, educación y empleo; por lo que aprovechando la conmemoración del Bicentenario,  que en el contexto actual,  no debería ser motivo de festejo y algarabía; sino que convendría  convertirlo en una oportunidad  para  profundizar  nuestras reflexiones y compromisos para  transformar el Perú  en beneficio de todos y no solo de una minoría, es decir terminar con las inequidades y carencias  que afectan a la población más desposeída.  

Convencidos de la necesidad de un  cambio para finiquitar con las desigualdades, deberíamos  empezar pensando  en  lo más valioso de una sociedad: su gente; implica  concebir  a la educación y la salud como derechos humanos y no  como mercancías. En esta ocasión, me referiré  al tema educativo, pues considero que deberíamos apostar  por la educación para gatillar el cambio en las capacidades de la población, ya que la educación es la única herramienta para la humanización de la sociedad, coincidiendo  siempre con lo que nos plantea el gran Paulo Freyre: “La educación no cambia al mundo, cambia las personas que van a cambiar el mundo”.

A continuación  comparto algunos datos referidos a la educación en Arequipa,  que la población, autoridades actuales y candidatos a  futuros cargos públicos  deberían  tener presente:

En  Arequipa,  sin contar con el sistema universitario, tuvimos en el año 2020, más de 380 mil estudiantes  matriculados, atendidos por 26 088 docentes en   4 790 instituciones educativas  que funcionan  en 2 688 locales escolares. 

Precisamente, tratándose de locales escolares, un poco más de la mitad son públicos (54%) y si   bien en Arequipa estamos  con indicadores mejores a los de nivel nacional, los datos  no sirven para consolarnos y  revelan las lamentables   realidades  en que  se presta el servicio educativo, además de una clara tendencia de deterioro progresivo de la educación pública;, ya que a pesar del crecimiento económico del país en los últimos 20 años, èste  no ha servido  para mejorar las condiciones de educabilidad, al contrario estas han empeorado a lo largo de estos últimos años..

Por ejemplo, según datos oficiales (MINEDU-Escale),  hace dos décadas, concretamente el año 2001;  en nuestra región cuatro de cada diez locales escolares públicos (39.6%),  estaban en  buen estado y en el 2018 solo  tres de cada diez tenían esa condición (29.6). Respecto a agua potable,  en nuestra región el 2001, ocho de cada diez locales escolares públicos (76.9),  tenían conexión  a la redes de agua potable; mientras que en el 2019, bajó a seis de cada diez (59%) que tienen dicho acceso. Similares y más deprimentes  retrocesos, también se verifican en los datos a escala  nacional.

Situaciones que  deberíamos  empezar a revertir, fortaleciendo la educación pública como lo impulsa Foro Educativo y otras organizaciones y colectivos, aprovechando  el Bicentenario como oportunidad para refundar nuestro Perú y   realizar diversas transformaciones y mejoras.

Entre ellas el lanzamiento de un programa nacional de acabar con las desigualdades que en el caso de las condiciones de educabilidad en Arequipa,   comprometa  a los sucesivos gobiernos de la región, de las ocho provincias  y 109 distritos para enarbolar la misión de garantizar locales escolares en buen estado, así como agua potable, desagüe, electricidad e internet universales. Es hora de hacer justicia  para que todos los estudiantes sin excepción tengan  similares condiciones mínimas para desarrollar sus potencialidades.

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